El mecanismo de acción del PRP se basa en la liberación de los factores de crecimiento contenidos en las plaquetas.

Las plaquetas son células sanguíneas que se activan cuando se produce una lesión en los tejidos, como una herida.

Cuando las plaquetas se activan, liberan los factores de crecimiento, que son proteínas que estimulan la reparación y la regeneración de los tejidos.

Los factores de crecimiento liberados por el PRP incluyen el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF), el factor de crecimiento transformante beta (TGF-β), el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF), el factor de crecimiento insulin-like (IGF-1) y otros factores que ayudan a estimular la proliferación celular y la formación de nuevos vasos sanguíneos.

Cuando el PRP se inyecta en una zona dañada del cuerpo, los factores de crecimiento contenidos en el PRP se liberan en el área, lo que estimula la reparación y la regeneración de los tejidos.

Por ejemplo, cuando se utiliza el PRP en el tratamiento de lesiones musculares, los factores de crecimiento contenidos en el PRP ayudan a estimular la proliferación de células musculares y la formación de nuevos vasos sanguíneos, lo que acelera el proceso de curación.

En el caso del uso del PRP a nivel vulvar, se ha utilizado para tratar la disfunción sexual femenina, el SGM, atrofia vulvar, Dispareunia, Liquen escleroso vulvar y la incontinencia urinaria leve.

El PRP se inyecta en el área vulvar y vaginal para estimular la regeneración de los tejidos y mejorar la circulación sanguínea en la zona, lo que puede aliviar los síntomas de estas condiciones.

En resumen, el PRP funciona mediante la liberación de factores de crecimiento contenidos en las plaquetas, que estimulan la reparación y regeneración de los tejidos.

Esta técnica se ha utilizado con éxito en una amplia variedad de tratamientos médicos y estéticos, incluyendo el tratamiento de lesiones musculares y la mejora de la función sexual y urinaria en mujeres con disfunción vulvar y vaginal.